jueves, 22 de septiembre de 2011

Mi intención nunca fue entrometerme en tu vida, sino inmiscuirme debajo de tu piel, de tal manera que ni el más grande huracán ni la tormenta más larga de lamentos pudiera separarme de tu calor.
Tiempo, éste pasó y nunca dejé de intentarlo y aunque nunca fijaste tus ojos en los míos, te robé alguna vez un par de miradas silenciosas, de esas que nos dejaban sin aliento, de esas que hacían volar lejos las palabras e invitaban a que nuestros labios susurraran lo que siempre temieron decir por miedo a quedar solos y lo que tuvieron que ocultar por inseguridad.
Hoy me he tomado la libertad de coger tu sonrisa y guardarla en el lugar que yace la mitad de tu recuerdo y un par de huellas que dejaste aquí.